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lunes, 3 de septiembre de 2012

Tipos de lectores.


Navegando por ahí me he encontrado con un artículo muy curioso sobre los tipos de lectores a los que se ha clasificado por sus diferentes características y les han puesto nombre. No soy partidaria de los encasillamientos o de las etiquetas pero lo cierto es que en este caso me ha hecho bastante gracia la cosa. Describen comportamientos en ocasiones acertados y otros me parecen imposibles. ¿¡Quién tiraría un libro contra la pared!? Vale, reconozco que he leído libros que me han dado ganas de mutilar pero... Jo, es un libro.
La guía en cuestión la ha elaborado The Atlantic pero el artículo en el que yo la he encontrado pertenece a Papeles perdidos.

Y aquí está la guía en cuestión:

El lector promiscuo: empieza un libro y no duda en abandonarlo por otro. Así es su dieta lectora. No puede evitarlo. Le gusta demasiado leer y no sabe decir que no.
El lector cascarrabias: voraz a la par que exigente. Nunca deja un libro a la mitad aunque no le guste nada y opine que el autor no sabe juntar dos frases seguidas con sentido. Suele lanzar el libro contra la pared.
El lector cronológico: lento y constante. Se compra un libro, lo lee y vuelve a la librería a por otro. Es la antítesis del lector promiscuo. Sólo abandona un libro sin terminar de leerlo si tiene una razón de peso y ni con esas se libra de los remordimientos de conciencia.
El lector aniquilador: siente pasión por los libros, los lleva a todas partes y, por eso, toda su biblioteca está formada por libros con las hojas sueltas, las cubiertas rotas y las páginas amarillentas Quiere tanto a sus libros que ni se da cuenta de que les hace daño.
El lector ocupado I: amante de los libros, entra a una librería y no puede evitar comprar varios ejemplares. Luego llega a casa y los coloca en una estantería o en la mesita de noche como si fueran una obra de arte. Pero está muy ocupado y tarda meses, años incluso, en abrir los libros y leerlos. Cuando lo hace, lamenta haber tardado tanto en leer esa maravillosa pieza literaria.
El lector ocupado II: no le gusta leer, compra los libros para presumir.
El librófilo: más que leer, le gustan los libros. Los viejos, por su olor, sus arrugas y sus páginas amarillentas, y los nuevos, por su olor, su frescura y su disponibilidad.
El anti-lector: nunca lee libros porque son demasiado largos.
El espíritu libre: dícese de un adulto que lee literatura para jóvenes o de un niño que lee libros para adultos. Antaño esto era causa de sonrojo, pero ya no. La sociedad ha aceptado a estos espíritus libres que nunca han hecho caso de las estrictas categorías del mercado editorial.
El multi-tarea: lee varios libros a la vez, confunde tramas y personajes, pero siempre los termina.  
El lector somnoliento: sólo tiene tiempo de leer cuando acaba el día, en la cama. Está comodísimo y el libro es fantástico, pero no consigue mantener los ojos abiertos y se despierta a las tres de la mañana para cerrar el libro y apagar la luz. (vía The Atlantic) 
Yo encajo más o menos en varias de estas descripciones, como seguramente muchos otros. 


3 comentarios:

  1. Yo me identifico con tres: el cascarrabias; el somnoliento, aun que me suele pasar al revés, me quedo leyendo hasta las 3 y me digo, para ya y por último el aniquilador, pero por lo de llevármelo a todas partes xDDDDD
    ¡Buena entrada!

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